jueves, 30 de octubre de 2008

DEMOCRACIA = DEMOS GRACIAS!!!

EDITORIAL CLARIN 30/10/2008
Los primeros veinticinco años

El país empieza a cumplir su primer cuarto de siglo de vida democrática sin interrupciones, luego de recorrer gran parte de su historia bajo permanentes ciclos de inestabilidad política, ruptura del orden constitucional, gobiernos civiles débiles y dictaduras autoritarias. La jornada electoral del 30 de octubre de 1983 significó, por ello, un hito refundacional para la Argentina, un nuevo comienzo en la reconstrucción de una civilidad política y una vigencia constitucional de los derechos y libertades ciudadanas fundamentales que nos había sido menoscabada a lo largo de décadas de recurrentes frustraciones. Desde entonces, la sociedad argentina eligió representantes de manera periódica, sorteó las más graves crisis y dificultades e inclusive reformó su Constitución dentro de los marcos legales previstos. Esto supone un extraordinario avance en la maduración institucional y el desarrollo de la cultura cívica. Pero dicho avance debe ser medido también a contraluz de las asignaturas pendientes. La persistencia de conductas excluyentes y orientaciones erráticas, tanto en los gobiernos como en las oposiciones, impidió que las continuidades, la seguridad jurídica, la previsibilidad y las políticas de Estado destinadas a mantenerse más allá de los cambios de gobierno, prevalecieran más ampliamente sobre el cortoplacismo, la incertidumbre y la emergencia permanente. La baja calidad institucional, que afecta tanto al Estado como al sistema político representativo, y la dificultad para definir consensos perdurables forman parte de las tareas pendientes para el desarrollo de la democracia.La jornada electoral del 30 de octubre de 1983 significó un hito refundacional para la Argentina, un nuevo comienzo en la reconstrucción de una civilidad política y la vigencia constitucional de los derechos y libertades ciudadanas fundamentales.

martes, 28 de octubre de 2008

Cuestión de límites geográficos

Nacido del otro lado de la frontera

Muchas embarazadas cruzan el límite entre México y Estados Unidos en busca de un Certificado de Nacimiento norteamericano para sus hijos. Aquí, una crónica de un día de parto.
Por: Betina González

LIMITE. Un niño mexicano espera en la frontera. Para muchas mujeres, la ciudadanía estadounidense de sus hijos parece ser más una promesa que un aprovechamiento.


Al llegar al puente, vuelve el dolor, esta vez más agudo. Emilia trata de controlarlo con una mano en la barriga, pero la retira a toda velocidad: no vaya a ser que la delate. Se recuesta un poco en un pilar de cemento, tratando de parecer casualmente agotada por el calor. Como muchas de las embarazadas que cruzan el puente internacional en busca de un Certificado de Nacimiento Americano para sus hijos, su mirada está puesta en el futuro. Aunque el futuro sea, por ahora, sólo la distancia que le falta recorrer para llegar a la Oficina de Inmigración y Aduana. Allí, un hombre de bigotes interroga a un viejo que carga dos bolsas de tela. El oficial se pasa una mano por la frente y mira hacia la fila que hormiguea bajo el sol. Es un día lento. Cualquiera juraría que la línea de sombreros, ojotas, bolsas y niños llorosos empieza en el zócalo mismo de Ciudad Juárez. Reclinada sobre el pilar de cemento, Emilia no aparta los ojos de la escena. "'Qué trae?" le adivina decir al oficial. La réplica del viejo habrá sido dudosa, porque el agente se inclina hacia la bolsa abierta y su mano regresa triunfal con dos aguacates. Los deja sobre una mesita y hace señas al hombre, que apura el paso y sigue hacia el molinete. Un poco más allá, empieza realmente el puente, que más bien parece una jaula recalentada. Abajo, el río Grande es apenas un hilo de polvo y esfuerzo. "'Qué trae?" Por un momento, Emilia se imagina bajando el cierre de su abrigo y gritando "Un bebé, pendejo". Pero sabe que no le conviene. Hasta ahora los niños en el vientre de su madre no ingresan en la lista de artículos prohibidos o gravados con impuestos especiales en los Estados Unidos. Pero Emilia ha oído demasiadas historias de oficiales ensañados con embarazadas en el puente: no hay nada que les moleste tanto como el intento de parir niños estadounidenses en sus narices. A una le quitaron su visa con cualquier excusa, a otra la demoraron tanto que tuvieron que llamar a una ambulancia de Juárez y su niño nació del lado equivocado de la frontera. Otra dio a luz en medio del puente, acostada en el baúl de un coche, oyendo los chistes bilingües de los bomberos que desviaban la vista mientras el joven paramédico, muerto de miedo, gritaba en inglés con la cabeza de su hijo ya en las manos. No. Emilia sabe que más le conviene no hacerse la graciosa. Por si acaso se le olvida, apenas unos metros antes de la oficina, alguien ha colocado un cartel precario, escrito a mano que dice "Se prohíben las bromas". Más le conviene dejar el cierre como está, a pesar del calor y de las contracciones que vuelven regularmente, ahora cada veinte minutos. "'Qué trae?"Distraída por el dolor, Emilia tarda unos segundos en contestar."Nada", dice mirando a los ojos sin fondo del oficial y felicitándose por haber dejado la ropa del bebé en la casa de una amiga. Pero algo se debe traslucir en su demora, porque el hombre sacude el pasaporte, se pasa una mano por el bigote e insiste:"'Y a qué viene?" "A comprar". Esta vez, Emilia responde sin vacilar: recuerda muy bien el caso de una mujer que contestó "Al hospital" y, como no pudo mostrar el recibo de sus pagos, la mandaron de regreso. Más que detectar ilegales, a los oficiales les importa, sobre todo, controlar los abusos a los servicios públicos americanos: nada de andar pariendo con direcciones falsas y dejar un déficit de ocho mil dólares en cualquiera de los hospitales de la ciudad."A ver, 'cuánto dinero tiene?""Como cincuenta dólares", se apura Emilia y exhibe un gastado monedero lleno de billetes de a uno. Sabe que el oficial no se detendrá a contarlos. Por eso, siempre es bueno andar con cambio y un bolso vacío. A los agentes también les interesa corroborar que el dinero se gaste como es debido: en las tiendas del centro, que aparecen a continuación del puente y en las que se venden desde zapatos de marca hasta equipos de computadora; o en los lujosos centros comerciales que ofrecen perfume y ropa de diseñadores. Sin los miles de compradores que cruzan diariamente el puente, los outlets, malls y demás circuitos comerciales desproporcionados de El Paso, colapsarían rápidamente. "Pase", dice el hombre y la palabra coincide con otro retorcijón en sus entrañas. Emilia asiente sin dejar de mirarlo. En el último segundo, logra transformar la mueca de dolor en una sonrisa de triunfo.La Maternidad de la Luz es una casa antigua, de color pastel, ubicada a pocas cuadras del centro de la ciudad. Apenas un cartel pintado a mano, que consigna la doble función de clínica y escuela de parteras, la distingue del resto de los edificios. También las sábanas que se secan al sol en el patio trasero la diferencian: están hechas de plástico. En la sala de espera, todo es rosado y el símbolo del planeta Venus se repite en las sillas y bancos de madera donde las mujeres con panzas de distintos tamaños aguardan su turno. Hablan en murmullos, tal vez amedrentadas por los gritos que llegan desde la sala de partos. En un rincón, Janet, una estudiante primeriza, interroga los síntomas de una paciente armada de un grueso glosario inglés–español y de muchísima paciencia. El manejo básico del español es uno de los requisitos para entrar en el programa de estudios de la clínica, pues noventa por ciento de las pacientes hablan sólo en ese idioma. Aunque la Maternidad parece contar un vocabulario propio: una de las primeras palabras que estas jóvenes americanas aprenden es "aliviarse". Para las norteñas, significa "parir", lo cual revela no sólo el componente de sufrimiento que implica cualquier embarazo sino quizás también, la aventura de vivirlo transnacionalmente."Yo no quiero deberle nada a los Estados Unidos" –declara una chica muy joven mientras acomoda a su hija en su regazo. "Nada más quiero que ella tenga más oportunidades"."Pero el gobierno tiene un programa especial para niños en el que la puedes inscribir. Te dan descuentos en la comida y seguro de salud. Yo los puse a los dos", insiste la mujer a su lado, que además del bebé en sus brazos, es la madre de un niño de unos cuatro años, en este momento concentrado en armar un rompecabezas de Dora the explorer en el piso de la sala.Para muchas de estas mujeres, la ciudadanía americana de sus hijos parece ser más una promesa sin contorno que un aprovechamiento calculado de los beneficios del presente. Aunque en la sala de espera de la Maternidad se oyen toda clase de historias: madres sin escrúpulos que venden el número de Seguro Social de sus bebés a trabajadores ilegales, niñas pudientes de Chihuahua que rentan o compran casas en El Paso para parir con mayor tranquilidad, gente que hace buen negocio alquilando cuartos a las embarazadas o prestando sus datos para llenar formularios oficiales. Lo cierto es que ni siquiera la educación de esos niños en escuelas americanas está totalmente asegurada: para inscribir a un chico en una escuela en El Paso se necesita mucho más que un Certificado de Nacimiento. Se necesita, por ejemplo, una dirección en ése lado de la frontera, dato que los Attendance Officers (uniformados que se encargan tanto de perseguir chicos que se "hacen la rata" como de corroborar que cada alumno viva donde dice vivir) se ocupa de verificar con especial dedicación. En la sala contigua –que actúa de cocina y salón de clases– la conversación se interrumpe con la entrada de Sheila, una de las parteras con más experiencia en la Maternidad. Es una mujer de unos cincuenta años, delgada y de largo pelo entrecano. A una señal suya, las más jóvenes se acomodan en el centro del cuarto. Es la hora de la ronda, un rito que se repite cada mañana con el cambio de guardia. Las estudiantes salientes se reúnen con las recién llegadas y las informan sobre los principales acontecimientos del turno noche. Paradas en círculo, caras ojerosas y felicitaciones de por medio, las chicas parecen formar parte de una hermandad secreta; sólo les falta tomarse de las manos y cantar. Los ojos claros y la piel blanquísima se repiten en la ronda como si hubiera alguna relación de consanguineidad entre ellas. Sin embargo, estas chicas vienen de todas partes del mundo. De Canadá, Nueva York, Cincinnati, Sudáfrica o Australia. Lo único que tienen en común es su rechazo por los hospitales, su fe en el "poder femenino" y su decisión de estudiar en una clínica perdida en medio del desierto. En cuanto a los hospitales, nada más antinatural que parir rodeada de enfermos, fórceps y monitores, explica Sheila, que no ha olvidado el trauma de su primer parto (a los diecinueve años, rodeada de extraños, en un corredor atestado de un hospital de California). En la Maternidad de la Luz, la sala de partos parece un dormitorio más y las pacientes pueden optar por el parto en agua en un cuarto especial equipado con una gran tina. Tampoco hay límites en el número de acompañantes permitidos. Sheila recuerda especialmente el caso de un niño de cuatro años que asistió al nacimiento de su hermanito. Se quedó parado en la cabecera de la cama, alentando a su madre todo el tiempo. En cuanto al feminismo, el ejemplo de Ina May Gaskin, partera y cofundadora de "La Granja" en los setenta, está todavía presente. Aunque los experimentos de vida comunal con sala de partos propia, sembrado de la tierra y escuela abierta se hayan hundido en las políticas conservadoras de fin de siglo, muchas de las mujeres en la Maternidad de la Luz siguen pensando a su profesión como parte de un manifiesto político. No les faltan razones: ejercer como partera es todavía ilegal en once estados de los Estados Unidos, donde aún se percibe a la profesión como más cercana a la curanderaría que a la medicina, y donde la independencia de estas mujeres del (carísimo) sistema de salud nacional las vuelve especialmente molestas. En cuanto a estudiar en El Paso, no es sorprendente que la partería florezca en la frontera. Con su compleja economía de nacimientos transnacionales, se ha transformado en uno de los puntos con mayor índice de natalidad en el país: sólo en la Maternidad de la Luz se atiende un promedio de sesenta partos al mes. Sheila agrega todavía otra razón: la cercanía de las comadronas mexicanas, que aportan un saber de siglos a una de las profesiones más antiguas del mundo.Hay días en que los nacimientos son tantos que hasta la sala de espera se convierte en sala de partos. Pero en esta mañana de sábado, sólo la llegada imprevista de Emilia revoluciona la atmósfera tranquila de la clínica, donde las mujeres asisten, además, a clases de yoga y respiración. Emilia no sólo llega deshidratada después de la odisea del cruce, también ha roto bolsa en el camino. Se oyen pasos acelerados, roces, órdenes solapadas, algunas lágrimas y, sobre todo, gritos. Apenas unas horas después, Emilia da a luz a Sean, un niño de dos kilos y medio. El nombre, que ella ha elegido con cuidado por su significado, quiere decir "Dios es grande" en la tradición irlandesa. Es uno de los nombres más comunes en los Estados Unidos.

lunes, 27 de octubre de 2008

¿Qué son los HIKIKOMORI?

Los hikikomori (ひきこもり o (引き篭), son adolescentes y adultos jóvenes que se ven abrumados por la sociedad japonesa y se sienten incapaces de cumplir los roles sociales que se esperan de ellos, reaccionando con un aislamiento social. Los hikikomori a menudo rehúsan abandonar la casa de sus padres y puede que se encierren en una habitación durante meses o incluso años. La mayoría de ellos son varones, y muchos son también primogénitos. Este tipo de problemas se centran (aunque bien, no son exclusivos) en las clases media-alta y alta, donde el joven posee cuarto propio, lo cual es considerado un lujo en Japón. La palabra japonesa hikikomori significa aislamiento en español.

Síntomas del aislamiento
Mientras que algunas personas sienten presión por parte del mundo exterior, y padecen agorafobia, un hikikomori reacciona con un completo aislamiento social para evitar toda la presión exterior. Pueden encerrarse en sus dormitorios o alguna otra habitación de la casa de sus padres durante periodos de tiempo prolongados, a menudo años. Normalmente no tienen ningún amigo, y en su mayoría duermen a lo largo del día, y ven la televisión o juegan al ordenador durante la noche. Todo esto hace de ellos un caso extremo de solteros parásitos (expresión japonesa para nombrar a aquellos que viven de las sopas instantáneas, viviendo en casa de sus padres para disfrutar de mayor comodidad).
El aislamiento de la sociedad normalmente comienza de forma gradual, antes de que el hikikomori cierre con llave la puerta de su habitación. A menudo se encuentran tristes, pierden sus amigos, se vuelven inseguros, tímidos y hablan menos. Frecuentemente son objeto de burla en el colegio, lo cual puede ser el detonante para su aislamiento.
La mayoría de los hikikomori mantienen contacto con el mundo exterior solamente por el ordenador, la televisión y los videojuegos en linea. Sin embargo, en casos extremos, el hikikomori puede cerrarse incluso a esto y permanecer horas y horas en la misma posición, con la vista en un punto fijo, viviendo de su imaginación.

Cómo reaccionan los padres ?
El tener un hikikomori en la familia normalmente es considerado un problema interno de esta, y muchos padres esperan mucho tiempo antes de buscar una terapia psicológica. Además, en Japón la educación del niño corre a cargo de la madre, por tradición, y puede que el padre deje todo el problema del hikikomori a la madre, la cual se siente sobreprotectora con su hijo. En un principio, la mayoría de los padres se limitan a esperar que el niño supere sus problemas y regrese a la sociedad por su propia voluntad. Lo ven como una fase que el niño ha de superar. Además, muchos padres no saben qué hacer con un hikikomori, y simplemente esperan debido a la falta de otras opciones. Normalmente no se fuerza (o se tarda mucho en hacerlo) de forma radical al niño para que vuelva a integrarse a la sociedad.
Tener un hikikomori en la familia es a menudo vergonzoso, y es considerado en Japón un problema interno de la familia. Los colegios y asistentes sociales pueden hacer preguntas, pero normalmente no se involucran en la situación.
Muchos padres de hikikomori toman la decisión de enviarlos al extranjero, confiando en que el cambio de ambiente los ayude, pero lo único que hacen es pasarle el problema a la familia anfitriona, siendo esta la forma en que se conoció el problema en Occidente.

Efectos en el hikikomori
La falta de contacto social de estas personas y el aislamiento prolongado tienen un gran efecto en la mentalidad de los hikikomori, y pierden sus habilidades sociales y los referentes sociales y morales necesarios. A menudo, el mundo de la televisión o los videojuegos se convierten en su marco de referencia.
Si el hikikomori finalmente (a menudo después de unos cuantos años) regresa a la sociedad por su propia voluntad, tiene que afrontar el problema de haber perdido muchas de sus habilidades sociales, así como años de estudio. Esto hace la reentrada en la sociedad más difícil. Temen que los demás descubran su pasado como hikikomori, y se muestran vacilantes con la gente, especialmente si son desconocidos.
Su miedo a la presión social puede convertirse en ira, y la pérdida del marco de referencia social puede conducir también a un comportamiento violento o delictivo. En casos extremos llegan a atacar a los padres y a delinquir, y sirvan como ejemplos: En el año 2000, un hikikomori de 17 años secuestró un autobús y mató a un pasajero. Otro caso fue el de un hikikomori que secuestró a una chica joven y la tuvo en cautiverio durante nueve años. Otro mató a cuatro chicas para recrear escenas de un manga hentai guro (cómic pornográfico gore). Estos casos se generalizan haciendo pensar a la opinión pública que todos los hikikomori son así, o haciéndoles relacionar ciertas temáticas con los malos hábitos de estos jóvenes.
Es difícil conseguir cifras exactas sobre los distintos casos, ya que muchas familias deciden no hablar de este problema.

sábado, 25 de octubre de 2008

EL DOCUMENTAL CINEMATOGRÁFICO Y TELEVISIVO

Haciendo un Documental
Por lo común, la práctica documental en cine y televisión es definida de acuerdo con una serie de convenciones, entre las cuales destacan la ausencia de un argumento predeterminado y el menor control del realizador sobre las imágenes que rueda. Sin embargo, esa definición general adquiere un carácter engañoso, pues, como indica Bill Nichols, esta forma cinematográfica 'hace claras reivindicaciones acerca de su relación con el mundo histórico pero no puede separarse limpiamente de las estrategias de la narrativa o la fascinación de la ficción'. Así, pues, aunque un documental pretende reflejar realidades objetivas, nunca desdeña esa línea narrativa que sirve para encauzar su discurso y aproximarlo a los espectadores. De hecho, ésa es la función que cumplen tanto el montaje como la locución, los efectos y la música que conforman la banda sonora.
En el documental televisivo y cinematográfico se advierten dos corrientes básicas: una expositiva, caracterizada por el hecho de que el equipo realizador no aparece ante la cámara; y otra interactiva o participativa, donde los autores acaban siendo testigos y protagonistas de los hechos filmados.
Una segunda diferencia estriba en el punto de vista del realizador, pues cabe plantear una oferta documental a partir de la observación imparcial de un fenómeno, pero también es posible alterar el proceso para aproximarlo a fines dramáticos sin romper el patrón de verosimilitud. Tal es el caso de aquellos filmes en los cuales aparecen animales entrenados para reproducir alguna pauta de su comportamiento salvaje.
Desde un punto de vista histórico, los orígenes del género se sitúan en el cine informativo realizado a comienzos del siglo XX. Desde la década de 1930 se generalizó la presencia de unidades de documentalistas patrocinadas por los gobiernos con fines educativos o propagandísticos. Joris Ivens, Jean Renoir y otros cineastas tomaron el género como base para prolongarlo, a través de sus distintos códigos, hacia una personal ética de la mirada. Invocando ese criterio de autenticidad, corrientes como el free cinema inglés, el neorrealismo italiano y el cinéma vérité impulsaron la fusión del hallazgo espontáneo con la secuencia dramatizada. Al introducirse luego en el medio televisivo, el documental fue diversificándose, dando lugar a híbridos como el docudrama, en el cual se reconstruyen acontecimientos reales de la mano de sus auténticos protagonistas.

REPORTAJE TELEVISIVO

Con la aparición del reportaje televisivo, se advierte de inmediato que los criterios esenciales del reportaje escrito se trasladan al medio audiovisual sin grandes variaciones. De ahí que se distinga entre reportaje estándar y reportaje de investigación de acuerdo con el mismo criterio abreviado que se emplea en el periodismo impreso.
A semejanza de sus colegas de la prensa escrita, el reportero televisivo tiende a especializarse, de suerte que puede ser un corresponsal en el extranjero, un reportero deportivo, político, de información general, etc. En los últimos tiempos, se ha generalizado en las cadenas televisivas el equipo móvil formado por periodista y operador de videocámara, dado que su estrategia de trabajo es la más ágil en la confección de reportajes.
Una de las principales vertientes del reporterismo televisivo es el realizado en zonas conflictivas. Por lo común, el reportaje de guerra exige una considerable infraestructura técnica para el desplazamiento del equipo y la posterior emisión de su trabajo.
Siguiendo el modelo del reportaje informativo, las empresas publicitarias han diseñado una variante del anuncio televisivo, el publirreportaje, cuya apariencia periodística permite integrar más datos en la promoción.

sábado, 18 de octubre de 2008

QUERER ES PODER!!!!

DE ALGO SIRVIERON LAS PALABRAS Y LAS PROMESAS!!!
Gracias a una idea surgida de un grupo de alumnos de 2º C, se organizó la visita a la CASA CUNA. La misma consistía originalmente en visitar a los niños que allí se alojan y dejar algunas donaciones que puedan mejorar su calidad de vida.
Luego de realizar los trámites burocráticos y obtenidas las autorizaciones previas, los alumnos organizaron tareas de recaudación de objetos para llevar como donaciones. Con el apoyo de algunos alumnos de nivel EGB3 consiguieron juguetes, películas infantiles, ropa y calzado para niños. La preceptora Haydeé Moreno colaboró también con los alumnos.
El pasado jueves 16 de octubre, los alumnos: Flor, Cris, Nati, Melisa, Florencia, Cecilia, Magui, Joel, Facu y Marcos llegaron a la sede de la Casa Cuna cargados de regalos, sorpresas y el entusiasmo de disfrutar una tarde con los niños.
La tarde se pasó muy rápido, "todos nos divertimos", bailamos, jugamos, cantamos, aplaudimos y corrimos por el patio de la Casa Cuna. Hubo premios y sorpresas para todos.
No sólo se entregaron las donaciones sino que los alumnos pudieron conocer parte de la realidad de los niños, su carencia de afecto y la necesidad de que pasen tiempo con ellos, jugando o entreteniéndolos.
Personalmente admito que aprendí mucho de esta jornada recreativa, entendí que mis alumnos tienen un gran corazón y que no se debe incluir a toda la juventud en la misma bolsa. Entendí que se aprende más afuera del aula y de los libros, que los estudios y las lecciones dan títulos pero no la sabidura necesaria para saber vivir la vida. Descubrí que tuve una infancia tan feliz que debo devolver a alguien más tantas vivencias inolvidables. Aprendí que los niños tienen un ángel que los proteje de los adultos, de la soledad, de la tristeza, de la soledad.
Sólo me queda decir GRACIAS! A mis alumnos que me dejaron ir con ellos y me integraron en la tarea como un igual, MUCHAS GRACIAS! Porque destinaron una tarde entera a alegrar la tarde de estos angelitos de la Casa Cuna, GRACIAS.
MUCHAS GRACIAS: Luciano, Luchi, Oscar, Tiziana, Magalí, Sigalí, Emanuel, Rocío, Paula, Itatí, Ramiro, Lucas, Lautaro, Alexis, Eugenia y los dormilones.

Jornada Recreativa en la CASA CUNA

miércoles, 15 de octubre de 2008

Las prediccciones de Mc Luhan tienen fecha de realización

El libro digital ganará al papel en 10 años

Una encuesta entre un millar de profesionales sitúa en 2018 la superación del soporte tradicional - La censura en Turquía marca el inicio de la Feria de Francfort


Nadie lo diría por la cantidad de camiones que ayer descargaban en la Feria de Francfort toneladas de esa mezcla de pasta de celulosa y tinta que ha formado nuestro mundo y que llamamos libros. Pero nunca hasta ahora el mundo digital ha tenido tanta importancia. La principal feria del libro del mundo, que se inauguró oficialmente anoche y que hoy abre sus puertas a los negocios durante cinco días, arrancó bajo la sombra de una encuesta a 1.000 profesionales del sector de 30 países cuya principal conclusión es que, dentro de una década, en 2018, los libros electrónicos en cualquiera de los formatos imaginables superarán en volumen de negocio a los herederos de la galaxia Gutenberg.
Por lo pronto, en la edición de este año de la feria, la 60ª, que cuenta con Turquía como país invitado y a la que tienen previsto asistir 7.000 expositores de 101 países y cerca de 1.000 autores -una cifra prácticamente idéntica a la del año pasado-, los libros clásicos no representan ya más que el 42% del volumen total frente a la avalancha de sus parientes digitales, DVD, audiolibros y los nuevos reproductores, con el Kindle de amazon.com y el lector de Sony a la cabeza.
El escritor brasileño Paulo Coelho, uno de los autores más populares, que recibirá hoy un homenaje en Francfort tras superar los 100 millones de ejemplares vendidos, aseguró en la inauguración de la feria que había empezado a predicar con el ejemplo y que colgó de su página web una copia gratuita de su libro más famoso, El alquimista, dado que, de todos modos, circulaba pirata por la Red. "El primer año, las ventas pasaron de 1.000 a 10.000 copias. El segundo, subieron hasta las 100.000. Hasta el día de hoy, he vendido 10 millones de libros en Rusia", señaló. "Durante 15 siglos, el libro tradicional ha demostrado ser insuperable. Pero los libros digitales están reclamando su espacio y todo indica que llegará un momento en que lo digital superará al papel. Pero se necesitan todavía unos cuantos años, lo que nos da -a los editores, autores y escritores- un tiempo precioso antes de que la Red nos alcance", prosiguió el autor.
Las cuatro principales conclusiones de la macroencuesta encargada por la feria revelan que los editores comparten el optimismo de Coelho, esto es, que la industria puede sobrevivir a la avalancha digital, aunque el cambio de escenario será brutal: la influencia de China en la edición digital se multiplicará por tres en los próximos años (actualmente, EE UU domina el mercado); los consumidores, Google y Amazon impulsarán el cambio digital; los e-libros superarán a los libros tradicionales en 2018 (según la opinión de un 40% de los encuestados, frente a un 30% que considera que esto nunca ocurrirá) y la venta de libros por Internet ha sido escogido el acontecimiento más importante en el mundo de la edición en los últimos 60 años, los mismos que cumple ahora la feria.
Sin embargo, la misma encuesta demuestra que todavía queda un largo camino antes de llegar a un industrial y voluntario Fahrenheit 451: el 60% de los editores no utiliza todavía libros digitales ni los nuevos soportes, y casi nadie (un 7%) cree que los e-libros serán su principal fuente de ingresos dentro de cinco años. Por lo pronto, los preparativos de la feria ofrecían ayer por la mañana una imagen surrealista: tres operarios descargaban con dificultad hacia el pabellón que ocupaba Alemania una linotipia, la misma imagen del pasado en una feria que se lanza hacia otra era y que en promoción empieza a cambiar la coletilla Book Fair por la de Media Fair.
Pero muchos editores compartían una preocupación mucho más terrenal: ¿En qué medida la crisis global puede llegar a afectar al sector del libro? De momento, algunos editores españoles consultados aseguraban que empezaban a notar una ligera bajada de ventas en los títulos de pequeña tirada, aunque la de los grandes nombres se mantenía. Por lo pronto, el director de la Feria del Libro, Juergen Boos, se mostró todo lo tranquilizador que pudo. "El sector del libro sigue sus propias reglas, incluso frente a una crisis financiera internacional", señaló. "Esto ha sido demostrado en un estudio de las principales editoriales alemanas. Aunque había tantos pesimistas como optimistas entre los que respondieron, la opinión mayoritaria era que la situación económica de los editores seguirá siendo consistente. Los libros parece que son muy resistentes a los ciclos económicos negativos, lo que deja claro el hecho de que son bienes necesarios, no de lujo".
Las cifras, una vez más, juegan a favor de Boos: el número de títulos expuestos (402.284) y el de nuevas publicaciones (123.496) es claramente superior a la pasada edición de la Feria de Francfort. En papel o en bit, la cosa aguanta.
Fuente: elpais.com

martes, 14 de octubre de 2008

¿Nuevas tribus urbanas o la vieja rebeldía adolescente?

Emos, Floggers y Cumbieros

Floggers, emos, tribus urbanas… En la tele, en la calle, en las oficinas, en todos lados se habla de estos nuevos grupos juveniles. La cobertura mediática los lleva a la pantalla como un fenómeno nuevo y llamativo. Pero es necesario ir un poco más allá: la necesidad de identificarse con un grupo de pares y diferenciarse del resto es normal en la adolescencia. ¿Por qué los viejos hippies y punks los miran indignados?


Seamos sinceros: en la mayoría de los programas de televisión, radiales o en la prensa se cubre el tema de manera superficial. Se pone la atención en los floggers, emos, cumbieros y otros. Pero el trato que se les da es el de “bichos raros” o se los considera como una locura de época. Más allá de que sean catalogados dentro del término “tribus urbanas” y de las costumbres o extravagancias que promuevan, este fenómeno no se podría entender sin hablar de algo mucho más viejo que los fotologs o la cumbia villera. Nos referimos al fenómeno de la adolescencia.
Adolece que no es poco…
El concepto de la “adolescencia” como una fase de la vida surge en la modernidad y se va asentando entre el siglo XIX y XX. Si bien no hay un consenso exacto respecto a cuándo empieza y cuándo termina, se calcula que va desde los 13 a los 28 años. Comienza con los primeros cambios orgánicos y hormonales, y termina cuando el sujeto logra una autonomía económica, social y afectiva de sus progenitores.
Es muy común que se asocie el origen de la palabra “adolescencia” con el verbo "adolecer", que etimológicamente en español deriva de carecer y faltar. Sin embargo, algunos especialistas sostienen que proviene del vocablo latín adolescientía, que habría significado crecer y desarrollarse con ardor y pasión. Así, se asocia esta etapa de la vida con la idea de crecimiento y desarrollo, pero también de dolor y aflicción.

Ver y ser visto
“Unos eligen el negro y otros, los colores. Algunos sólo buscan pasar inadvertidos y otros, ser vistos por millones…”. Así presentaba el tema de las tribus urbanas el diario La Nación en una nota titulada “Tribus urbanas, lugares de pertenencia”. ¿Pero realmente hay alguno que busque pasar inadvertido? Vivimos una época en que predomina la inmediatez y el estar siempre conectados. Facebook, messenger, fotolog, blogs son herramientas que, a través de Internet, permiten ser vistos por millones de personas. Mirar y ser mirados parece ser una clave de esta era.
En la web se multiplican los sitios que permiten publicar fotos, mensajes, avisos… Encontramos tribus urbanas como los “emos” que se visten de negro y con flequillos que tapan un ojo, supuestamente para “no ver”. Pero a la vez atraen las miradas de los otros, porque son cautivantes con sus atuendos y con esta idea de “ver y no ver”.
Si bien son los adolescentes quienes, en su mayoría, adoptan esta nueva manera de pertenecer; no son sólo ellos quienes entran en el juego del “mirar” y “ser mirados”. Y los comentarios se multiplican: “La juventud está perdida”, “están todos locos”, son sólo algunas frases que muestran la incomprensión del mundo adulto, que le cuesta concebir que cada generación necesita hacer un corte con la cultura previa para poder desarrollarse y crecer, con las modas y la tecnología del momento. Así, las nuevas tribus urbanas son mostradas mediáticamente como marginales o bichos raros. El mundo adulto no los comprende y los trata de inadaptados, entrando en una amnesia de su propia adolescencia; como si ellos mismos, los adultos, no hubieran pasado por procesos similares en su propia juventud.
Los adolescentes buscan grupos de pares y lugares de pertenencia. Necesitan pertenecer. Es el momento en el cual comienzan a separarse de sus familias de origen y a buscar “algo” fuera de ellos.
El adolescente encuentra un lugar entre sus amigos y compañeros, con quienes comparte actividades, pensamientos, modos y modas. Formar parte de una tribu da un sentimiento de pertenencia, de no quedar afuera, de ser igual. Los adolescentes se identifican entre sí, con sus pares y, por lo general, suelen crear un líder con quien identificarse, a quien seguir…
De rotas cadenas
El médico psicoanalista Mauricio Knobel -en su libro La adolescencia Normal- explica: “Las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición a las figuras parentales y una mera activa de determinar la identidad distinta de la del medio familiar”. "Mi papá no me entendía. Decía que era gay, que andaba en la macumba”, cuenta un adolescente de 18 años. "Desde entonces vivo vestido así, yo soy así. A la gente no le gusta. Nosotros nos vestimos como los personajes de sus peores pesadillas, pero tenemos la valentía de mostrar esa cara de la sociedad". Esta cita describe justamente la oposición a las figuras parentales y a la sociedad adulta.
¿Por qué no pertenecen todos los adolescentes a la misma tribu? Más allá de que existan diferentes gustos personales, nivel socio-económico y educativo; el sentimiento de pertenencia suele acompañarse de su opuesto: el de diferenciarse. A la vez que los adolescentes necesitan unirse a un grupo para sentir que pertenecen, precisan diferenciarse del resto. Esto va modelando su persona, sus gustos, sus preferencias.
Knobel explica que éste es el período de la vida en el cual el individuo “…sufre un fracaso de personificación, producto de la necesidad de dejar rápidamente los atributos infantiles y asumir una cantidad de obligaciones y responsabilidades para las cuales aún no está preparado. Recurre al grupo como un refuerzo para su identidad”. A su vez, el mostrarse, ser visto por el otro y mirar también sería una forma de reforzar su yo.
¿Cuándo esto se transforma en un problema? Cuando aparece la violencia y la no tolerancia al diferente. Aunque la mayoría no sean violentos, se asocia a las tribus urbanas con dicha tendencia. El hecho de encontrase en un sitio determinado para pelear escapa a la adolescencia “normal” y excede los fenómenos de las tribus urbanas, que son una minoría dentro del universo adolescente.
La pregunta que queda, para finalizar, es cuántos de estos Emos, Floggers y Cumbieros seguirán siéndolo a sus 35 años. ¿Desaparecerán o quedaran anacrónicos como los punks y lo hippies de otras épocas?.