Mestizaje cultural
en Argentina
Argentina, un país atrayente, lleno de misterios y de contradicciones, un país de tango y de graves crisis económicas: así se puede resumir la imagen de Argentina que existe en la mente de cualquier europeo medio. Para nosotros, los polacos, siempre era un lugar casi mítico, el destino de varias olas de nuestra emigración, una Europa en miniatura en un continente tan lejano como América del Sur.
Para encontrar el porqué de tanta glorificación, o por lo menos popularidad, de este país americano, merece la pena acercarnos un poco a la realidad socio-cultural de Argentina. Pero aquí aparece el primer problema: ¿cómo se puede definir algo tan complejo como la sociedad argentina? ¿Dónde hay que buscar el argentino propiamente dicho? Algunos dirán que seguramente serán los indígenas quienes deberían ser considerados como argentinos naturales. Sería una buena pista, puesto que hasta los finales del siglo XIX gran parte del territorio de la Argentina contemporánea estaba ocupada por varias tribus autóctonas. Sin embargo, tras la conquista militar de estos terrenos, el Estado Argentino logró destruir casi completamente el dominio indígena y a partir de allí nos encontramos con una unificación cultural que abarca tanto el idioma (español) como la religión (catolicismo) y el predominio de la raza blanca. Los indios que sobrevivieron a la exterminación se mestizaron y a menudo perdieron su identidad cultural. En lo que atañe a los negros ex-esclavos, éstos nunca fueron numerosos. Así, el componente indígena en Argentina no es tan importante como en México o Perú.
La Argentina de hoy en día es, sin duda alguna, un país multicultural, pero más bien por causa de varias olas de inmigración de todos los países del mundo, sobre todo de Europa. La bajísima densidad de población se mantuvo durante décadas, con una composición étnica inalterada hasta que el gobierno creó el programa de repoblar las tierras con inmigrantes de Europa. Al principio, los que poblaron las vacías tierras argentinas fueron los españoles, pero con la instauración de la república (sobre todo entre 1870 y 1930) llegaron masivamente otros pueblos del viejo continente como italianos, alemanes, franceses, judíos, irlandeses, polacos, etc. Estas masas de inmigrantes dieron forma no solamente a la sociedad misma, sino también a la imagen de Argentina que se popularizó en otros países del mundo bajo el nombre de “cosmopolitismo”. Como resultado, la sociedad argentina actual es un inmenso conglomerado de nacionalidades que se juntaron creando una nueva cualidad, es decir, una nueva cultura. Esta cultura se formó gracias al proceso de mestizaje cultural consecuencia de las influencias recíprocas entre las culturas individuales o nacionales de los grupos de inmigrantes que poblaron el país.
Para encontrar el porqué de tanta glorificación, o por lo menos popularidad, de este país americano, merece la pena acercarnos un poco a la realidad socio-cultural de Argentina. Pero aquí aparece el primer problema: ¿cómo se puede definir algo tan complejo como la sociedad argentina? ¿Dónde hay que buscar el argentino propiamente dicho? Algunos dirán que seguramente serán los indígenas quienes deberían ser considerados como argentinos naturales. Sería una buena pista, puesto que hasta los finales del siglo XIX gran parte del territorio de la Argentina contemporánea estaba ocupada por varias tribus autóctonas. Sin embargo, tras la conquista militar de estos terrenos, el Estado Argentino logró destruir casi completamente el dominio indígena y a partir de allí nos encontramos con una unificación cultural que abarca tanto el idioma (español) como la religión (catolicismo) y el predominio de la raza blanca. Los indios que sobrevivieron a la exterminación se mestizaron y a menudo perdieron su identidad cultural. En lo que atañe a los negros ex-esclavos, éstos nunca fueron numerosos. Así, el componente indígena en Argentina no es tan importante como en México o Perú.
La Argentina de hoy en día es, sin duda alguna, un país multicultural, pero más bien por causa de varias olas de inmigración de todos los países del mundo, sobre todo de Europa. La bajísima densidad de población se mantuvo durante décadas, con una composición étnica inalterada hasta que el gobierno creó el programa de repoblar las tierras con inmigrantes de Europa. Al principio, los que poblaron las vacías tierras argentinas fueron los españoles, pero con la instauración de la república (sobre todo entre 1870 y 1930) llegaron masivamente otros pueblos del viejo continente como italianos, alemanes, franceses, judíos, irlandeses, polacos, etc. Estas masas de inmigrantes dieron forma no solamente a la sociedad misma, sino también a la imagen de Argentina que se popularizó en otros países del mundo bajo el nombre de “cosmopolitismo”. Como resultado, la sociedad argentina actual es un inmenso conglomerado de nacionalidades que se juntaron creando una nueva cualidad, es decir, una nueva cultura. Esta cultura se formó gracias al proceso de mestizaje cultural consecuencia de las influencias recíprocas entre las culturas individuales o nacionales de los grupos de inmigrantes que poblaron el país.
No obstante, la ausencia total de mestizos en Argentina es en gran parte mítica puesto que en algunos sectores rurales predomina la población 90% amerindia. Sin embargo, estas minorías casi no tienen acceso a las zonas urbanas y no se integran con la sociedad de las ciudades. Además, no suele ser poco común el calificativo peyorativo hacia alguien que manifieste rasgos poco europeos, el canon de belleza excluye a los mestizos e indígenas. La mayor parte de los ciudadanos de Argentina se compone de población blanca, y el elemento amerindio no se manifiesta fenotípicamente puesto que es escaso y es el elemento europeo el que predomina.
Actualmente, el proceso de unificación en “el gran crisol de Argentina” sigue operándose y la influencia de los inmigrantes europeos es más que importante para la construcción del concepto de la nación argentina, de la llamada argentinidad. Sin embargo, la creación de esta idea no escapó de la visión estereotípica. La inmigración fue un elemento constitutivo para la formación de la sociedad de Argentina no solamente en el ámbito teórico, sino también en el económico modificando muchas estructuras industriales y posibilitando la inserción de Argentina en el mercado mundial. Con el aporte socio-cultural y económico de los inmigrados nació el sueño argentino de entrar entre los países del “primer mundo”, el famoso cosmopolitismo y el mito de excepcionalidad que sigue siendo vigente en algunas esferas sociales a pesar de los problemas económicos que trastornan a la Argentina de hoy en día.
En el ámbito sociocultural los procesos de mestizaje parecen más interesantes. Resulta que esta vasta inmigración europea creó en Argentina una oposición entre el nativo y el extranjero. Esta dicotomía era bastante visible sobre todo con la llegada de la primera generación de inmigrantes europeos. Obviamente, estos primeros europeos se diferenciaban del resto de los habitantes por el aspecto físico y por la lengua. No obstante, la naturalización de los inmigrantes se produjo sobre todo gracias a los esfuerzos del Estado que intentaba realizar el sueño argentino de un país fuerte y consideraba entonces este aporte europeo como un elemento esencial para crear una sociedad- modelo de Argentina olvidándose un poco de la otra vertiente de la inmigración: la inmigración limítrofe. En resultado, el elemento europeo nunca fue el único que existió en Argentina, pero indudablemente el aporte de los inmigrantes de Europa fue considerado como el más importante para el desarrollo del país, mientras que la menospreciada inmigración de otros países de América Latina se convirtió en un problema. De este modo, al mestizaje de culturas en Argentina le acompañaba al principio del siglo XX una fuerte política inmigratoria que ha generado estereotipos nacionales que siguen condicionando la forma en que nosotros percibimos la sociedad de Argentina y seguramente la manera en que los argentinos se perciben a sí mismos.
No obstante, hay que subrayar que el proceso de formación de la nación multicultural de Argentina no fue tan rápido como pudiera parecer. De un lado, surge un nacionalismo que rechaza el mítico aporte europeo subrayando la hispanidad de la raza argentina nuclear oponiéndose a la imagen idílica de la sociedad del crisol de razas. De otro, las primeras manifestaciones de resistencia a la integración se producen dentro de los grupos asociativos de inmigrantes que intentan conservar su “italianidad”, “francesidad”, etc.
Los primeros pasos de la integración de los nuevos grupos étnicos no eran fáciles, pero finalmente el pueblo de Argentina logró crear sus tradiciones propias, lo que le aseguro la estabilidad. Los europeos en Argentina llegaron a integrarse perfectamente enriqueciendo la sociedad y la cultura del país en cuestión. Asimismo, y contrariamente a otros países, en Argentina nunca se formaron guetos, todo lo contrario, los recién llegados se intermezclaron en el famoso "crisol de razas", y resulta habitual que casi cualquier argentino pueda nombrar, hablando de sus antepasados, dos, tres, cuatro o más nacionalidades distintas, siendo la más frecuente la italiana.
Existen varias pruebas que confirman el mestizaje de culturas en Argentina. En primer lugar, es la variante de español utilizado en este país. Dejando aparte el seseo y el debilitamiento consonántico, es el acento argentino lo que demuestra la existencia del mestizaje cultural a nivel lingüístico. Así, este acento italianizante es, ni más ni menos, una influencia de la numerosa inmigración italiana. La variación en cuestión se debe a una asimilación de patrones tónicos del italiano. El marcado descenso del tono al final de la frase recuerda también a los dialectos meridionales del italiano. Aquí hay que añadir que esta entonación italianizante es una de las características del dialecto del idioma español usado en Argentina y Uruguay y denominado español rioplatense.
El mestizaje cultural es también visible en las manifestaciones artísticas y sobre todo en la música. Esta forma de expresión del sí mismo refleja, de manera más evidente, las influencias de varias culturas. Además, examinando el ámbito musical, las influencias de la minoría indígena se hacen más visibles. Aquí los bailes folclóricos típicamente argentinos como “el carnavalito”, “la zamba” o “el gato”, tienen carácter mestizo aunque el elemento español predomina sobre las características nativas. Por otra parte, gracias a la incorporación de grandes corrientes de inmigrantes europeos la música argentina se enriqueció con géneros europeos en su mayoría. También la música más conocida de Argentina, el tango, es una amalgama de varias influencias musicales: bailes de Cádiz, la zarzuela española, el ritmo de polca, el alma criolla, la habanera y la versión cubana de contradanza. Y entre los géneros musicales más influenciados por la corriente europea se encuentra el rock argentino: una mezcla del rock clásico con letra en español y elementos del “ser argentino”.
Analizando el mestizaje cultural no se puede olvidar la literatura como el campo de investigación más rico. En las novelas y en los cuentos de los autores argentinos encontramos varias influencias europeas. En este caso no es una influencia únicamente de la inmigración, sino resultado del mestizaje literario debido a otras influencias más generales. Sin embargo, las alusiones a las obras del canon europeo constituyen una prueba del mestizaje cultural exterior. En “El túnel” de Ernesto Sábato encontramos paralelismos con el “Otelo” de Shakespeare. El mismo autor aprovecha el modelo europeo de “bildungsroman” en “Sobre héroes y tumbas”. Otro ejemplo, puede ser más claro, es la obra de Jorge Luis Borges, basada en el concepto de recreación de temas. En sus cuentos predomina la influencia de la prosa de Nabokov o de Joyce, Borges comparte con estos autores el multilingüismo y el gusto por jugar con el lenguaje. Sin embargo, en su obra existe un mestizaje excepcional construido mediante combinación de los elementos argentinos de la literatura gauchesca con intereses más amplios por la filosofía o la mitología del viejo continente.
Como hemos visto, el mestizaje cultural en Argentina es un hecho. Sin embargo, si los resultados de la introducción de la idea del “crisol de razas” en el ámbito de la cultura se pueden valorar como positivos, no se puede olvidar el aspecto negativo de esta ideología relacionado con la imposibilidad de realizar el sueño argentino de una potencia política. El famoso cosmopolitismo argentino también tiene su lado oscuro, puesto que es un sueño irrealizable, pero que sigue siendo vigente en la mente de muchos, aunque en los últimos años, con el empobrecimiento de la población de Argentina a nivel tanto económico como social y cultural, algunos afirman una gradual “latinoamericanización” de este país. No obstante, hay que subrayar que la dicotomía entre las extremidades: ser latinoamericanos vs. ser europeos, dio en Argentina un fruto extraordinario del mestizaje de culturas de varios países de este mundo.
FUENTE: Facultad de Filología Hispánica de Poznań (Polonia)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario