Según palabras de Mirtha Varela, en su artículo “Silencio, mordaza y optimismo”: “El gobierno militar que tomó el poder en 1976, utilizó de manera sistemática los medios de comunicación como espacio de construcción de un discurso oficial, al mismo tiempo que eliminaba otras voces a través de la censura.” La censura se dedicó durante años a señalar y prohibir lo “No-Moral”, entre esto se podría encuadrar lo sexual, religión y seguridad nacional.
Entre los métodos de aplicación de censura a lo largo del Proceso, existía una oficina llamada “Servicio gratuito de lectura previa” que estaba en la casa de gobierno para que personal de inteligencia autorizara su publicación. Como resultado de las campañas de censura, la producción de revistas nacionales disminuyo considerablemente. Una gran cantidad de periodistas sufrió distintas situaciones de secuestros, asesinatos y persecuciones emanadas directamente del régimen militar.
Las revistas de tipo cultural debieron detener las discusiones de tipo político.
Existieron personajes como el “asesor literario” que se encargaba de leer y aprobar o no, los guiones de los programas antes de su grabación. Existía la Secretaria de Información Pública (SIP), la cual se encargaba de efectuar llamados de atención a los programas y noticieros al respecto de los temas que podían tocarse en cada momento.
Los cortos publicitarios fueron una poderosa herramienta del gobierno militar que apuntaban a la necesidad de la erradicación de la subversión y a destacar la política económica; esta política publicitaria, fue utilizada también por los gobiernos posteriores, una vez vuelta a la democracia.
La televisión, a través del canal nacional, fue utilizada represivamente y con fines de orientación de opinión, así por ejemplo, durante la guerra de Malvinas desde ATC se alentó al triunfalismo y se ocultaron las informaciones que hubieran permitido sospechar como se desarrollaba la guerra. El noticiero más emblemático de ese momento fue “Sesenta Minutos” que transmitía en directo desde las islas, se transmitía por ATC que fue el canal que mayor cobertura podía realizar durante el conflicto, informando, opinando y tomando posición. Las fuerzas Armadas habían ordenado los canales televisivos que emitieran mensajes e imágenes que “no den pánico, ni que atenten contra la unidad nacional”.
Para destacar, debe mencionarse el mega programa emitido por “Pinky” y “Cacho” Fontana el 8 de Mayo de 1982, con el objeto de recaudar fondos para los soldados combatientes de Malvinas. Sin embargo lo recaudado no llegaría a manos de los destinatarios, sino que serian vendidos en el trayecto hacia las islas, convirtiendo al programa en un símbolo de estafa moral y económica.
Con respecto al cine desde Agosto de 1973, empezó una campaña de censuras y amenazas contra muchos de los protagonistas del cine nacional. En 1976, el Capitán Bitlestone, al frente del Instituto Nacional de Cinematografía, dicto normas para apoyar un cine optimista, prometiendo apoyo económico a las películas que exalten valores cristianos, nacionalistas, orden, respeto y trabajo.
Entre los métodos de aplicación de censura a lo largo del Proceso, existía una oficina llamada “Servicio gratuito de lectura previa” que estaba en la casa de gobierno para que personal de inteligencia autorizara su publicación. Como resultado de las campañas de censura, la producción de revistas nacionales disminuyo considerablemente. Una gran cantidad de periodistas sufrió distintas situaciones de secuestros, asesinatos y persecuciones emanadas directamente del régimen militar.
Las revistas de tipo cultural debieron detener las discusiones de tipo político.
Existieron personajes como el “asesor literario” que se encargaba de leer y aprobar o no, los guiones de los programas antes de su grabación. Existía la Secretaria de Información Pública (SIP), la cual se encargaba de efectuar llamados de atención a los programas y noticieros al respecto de los temas que podían tocarse en cada momento.
Los cortos publicitarios fueron una poderosa herramienta del gobierno militar que apuntaban a la necesidad de la erradicación de la subversión y a destacar la política económica; esta política publicitaria, fue utilizada también por los gobiernos posteriores, una vez vuelta a la democracia.
La televisión, a través del canal nacional, fue utilizada represivamente y con fines de orientación de opinión, así por ejemplo, durante la guerra de Malvinas desde ATC se alentó al triunfalismo y se ocultaron las informaciones que hubieran permitido sospechar como se desarrollaba la guerra. El noticiero más emblemático de ese momento fue “Sesenta Minutos” que transmitía en directo desde las islas, se transmitía por ATC que fue el canal que mayor cobertura podía realizar durante el conflicto, informando, opinando y tomando posición. Las fuerzas Armadas habían ordenado los canales televisivos que emitieran mensajes e imágenes que “no den pánico, ni que atenten contra la unidad nacional”.
Para destacar, debe mencionarse el mega programa emitido por “Pinky” y “Cacho” Fontana el 8 de Mayo de 1982, con el objeto de recaudar fondos para los soldados combatientes de Malvinas. Sin embargo lo recaudado no llegaría a manos de los destinatarios, sino que serian vendidos en el trayecto hacia las islas, convirtiendo al programa en un símbolo de estafa moral y económica.
Con respecto al cine desde Agosto de 1973, empezó una campaña de censuras y amenazas contra muchos de los protagonistas del cine nacional. En 1976, el Capitán Bitlestone, al frente del Instituto Nacional de Cinematografía, dicto normas para apoyar un cine optimista, prometiendo apoyo económico a las películas que exalten valores cristianos, nacionalistas, orden, respeto y trabajo.
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