EL CINE: UN LUGAR DE "USOS MÚLTIPLES"
Aquel eslogan de "El cine, en el cine" ha quedado estéril. Ahora, en todas aquellas salas donde pudimos soñar con las estrellas vamos a poder disfrutar de otros espectáculos. La ópera, los conciertos de rock, las series de televisión, los videojuegos o el fútbol han decidido dar el salto de los escenarios, los campos de juego y las pantallas televisivas a la grandiosa oscuridad de las salas.
Ha sido la tecnología, perfectamente aliada con la crisis de un sector que ve reducir su cuota de ocupación un 7% cada año, la que ha hecho agudizar el ingenio. Tanto que se está perfilando una manera de disfrutar ciertos espectáculos en una nueva dimensión que va a abrir caminos distintos y, ante todo, suculentos negocios.
Ya ha funcionado con el rock. Los conciertos de la última gira de Héroes del Silencio han supuesto la confirmación de que se cocía un pastel listo para que le hincaran el diente: "Ha sido la primera vez que la gente ha pagado 18 euros por entrar al cine", comenta Rafael Urío, director de operaciones de la cadena Yelmo, que empezó el nuevo camino con la retransmisión de un concierto de Phil Collins desde Düsseldorf (Alemania).
El caso de la ópera también es significativo. Una experiencia distinta que permitirá acercar a nuevos públicos ante la que los responsables de los teatros se frotan las manos. Sobre todo después de éxitos sonados como los que ha tenido el Metropolitan de Nueva York, desde donde se han retransmitido estrenos en directo para cines de todo Estados Unidos que han juntado a 280.000 personas a la vez. Es el comienzo de una era de públicos masivos para un género que sigue siendo elitista.
El gran teatro del Liceo tuvo una experiencia pionera en 2001 con La Traviata. El Real no quiere quedarse atrás. Hasta ahora habían colaborado juntos en el proyecto Òpera Oberta por medio de Internet y para universidades. Pero esto es una apuesta de más calado. "El futuro va por ahí, acercar los teatros públicos a la mayor gente posible", comenta Oriol Aguilà, director de comunicación y mecenazgo del Liceo. Como el Real, han establecido un acuerdo con los exhibidores de Yelmo Cineplex y Cinesa para retransmitir sus óperas. El teatro madrileño empezará con L'Orfeo, de Monteverdi, dirigido por William Christie, el título que marca el inicio de un género creado hace 400 años. Se retransmitirá en 29 cines de 16 ciudades. No sólo españolas, también en salas del Reino Unido, Holanda, Alemania, Polonia, Italia y Bélgica. Van al 50% del precio de las entradas, que no está todavía definido, pero los teatros corren con los gastos de la emisión -en torno a los 22.000 euros-, ya que lo harán el mismo día en que aprovechen para grabar los DVD de sus montajes.
Las posibilidades son infinitas. "Todo esto se enmarca en la estrategia de búsqueda de nuevos públicos. Aunque tenemos mucha esperanza en ello porque vemos que se abre un mercado importante para estos contenidos. Sólo esperamos que haya muchos más cines con una tecnología avanzada para poder hacerlo en más sitios", comenta Miguel Muñiz, director general del Teatro Real.
Pero la ópera, ¿no debe verse en el escenario y en vivo? "De eso se trata, de que se acerquen a través de un medio próximo que les incite a comprar luego entradas en el teatro. Pero también nos ofrece la posibilidad de llegar a esas ciudades pequeñas que están lejos de Madrid para que se disfrute de la ópera que hacemos nosotros", añade Muñiz. Lo mismo cree Aguilà: "Aunque la relación puede ser de doble dirección: que quienes acudan al cine acaben yendo al teatro y al revés, pues se logra otra vivencia en este tipo de espectáculos".
La red de Cinesa, con 35 complejos y 389 salas en España, ya ha compartido experiencias con el Liceo. Aparte de La Traviata, han emitido Electra, de Strauss, y tienen previsto hacer ya todo un programa de temporada en 2009. Raúl Cabrera, responsable de marketing de la cadena, cree que esto ayudará a crecer al sector. "En poco tiempo conseguiremos hacer rebotar la caída continuada de los últimos cuatro años".
Aunque no cree que se resuelva el problema con otro de los tesoros hacia los que muchos otros miran: el fútbol. Los derechos para la emisión en cines de partidos de la Eurocopa en abierto -diferentes a los de televisión- ya están en vías de negociación entre los organizadores del torneo y los responsables de Yelmo.
Cabrera, de Cinesa, no cree que esos derechos sean la gallina de los huevos de oro. "No dan tanto valor añadido como la ópera, que sale ganando con el sonido y la imagen en Alta Definición (HD)". Sin embargo, en Yelmo Cineplex son más optimistas con el deporte y otros espectáculos, como los toros: "Nos encantaría tener la posibilidad de ofrecer buenas corridas en plazas importantes", afirma Rafael Urío.
Aunque, por ahora, el público más jugoso es el que acude a conciertos de rock. "No sólo les gusta y disfrutan viendo el concierto, sino que también son grandes consumidores de bar". Por cierto, a la ópera, ¿se puede entrar con palomitas? "Por supuesto", comenta Urío, "aunque les pedimos en la última sesión de El barbero de Sevilla, que retransmitimos desde la Fenice, en Venecia, que si lo hacían fueran discretos con el ruido". Otra dimensión. Rossini con palomitas. El bel canto más crujiente.
El saldo de la piratería
La multiplicación de las pantallas explica que las salas de cine empiecen a buscar más que películas. Ahora, cualquier soporte es válido para ver cine. Los ordenadores, la televisión, los móviles van quitando hueco a lo tradicional. Ángeles González Sinde, presidenta de la Academia española del género, no cree que esto sólo perjudique a su gremio: "Afecta a todos, también al cine europeo y al americano. Aunque el hecho de que los exhibidores busquen contenidos alternativos tiene que ver con algo más grave", comenta esta guionista y directora.Para ella, el golpe de la piratería sigue haciendo estragos también en este caso: "Las películas, a causa de los pirateos en Internet, se han convertido en algo tan barato, tan de saldo, que la gente busca otros espectáculos más puros y en directo en el momento que se producen. Lo que no se pueden bajar de Internet adquiere mucho más valor". Así, el público prefiere cualquier acontecimiento en vivo y a dimensiones descomunales antes que ver películas a las que pueden tener acceso rápido y gratuito. Es el signo de los tiempos.
FUENTE: El País digital
No hay comentarios.:
Publicar un comentario