martes, 14 de octubre de 2008

¿Nuevas tribus urbanas o la vieja rebeldía adolescente?

Emos, Floggers y Cumbieros

Floggers, emos, tribus urbanas… En la tele, en la calle, en las oficinas, en todos lados se habla de estos nuevos grupos juveniles. La cobertura mediática los lleva a la pantalla como un fenómeno nuevo y llamativo. Pero es necesario ir un poco más allá: la necesidad de identificarse con un grupo de pares y diferenciarse del resto es normal en la adolescencia. ¿Por qué los viejos hippies y punks los miran indignados?


Seamos sinceros: en la mayoría de los programas de televisión, radiales o en la prensa se cubre el tema de manera superficial. Se pone la atención en los floggers, emos, cumbieros y otros. Pero el trato que se les da es el de “bichos raros” o se los considera como una locura de época. Más allá de que sean catalogados dentro del término “tribus urbanas” y de las costumbres o extravagancias que promuevan, este fenómeno no se podría entender sin hablar de algo mucho más viejo que los fotologs o la cumbia villera. Nos referimos al fenómeno de la adolescencia.
Adolece que no es poco…
El concepto de la “adolescencia” como una fase de la vida surge en la modernidad y se va asentando entre el siglo XIX y XX. Si bien no hay un consenso exacto respecto a cuándo empieza y cuándo termina, se calcula que va desde los 13 a los 28 años. Comienza con los primeros cambios orgánicos y hormonales, y termina cuando el sujeto logra una autonomía económica, social y afectiva de sus progenitores.
Es muy común que se asocie el origen de la palabra “adolescencia” con el verbo "adolecer", que etimológicamente en español deriva de carecer y faltar. Sin embargo, algunos especialistas sostienen que proviene del vocablo latín adolescientía, que habría significado crecer y desarrollarse con ardor y pasión. Así, se asocia esta etapa de la vida con la idea de crecimiento y desarrollo, pero también de dolor y aflicción.

Ver y ser visto
“Unos eligen el negro y otros, los colores. Algunos sólo buscan pasar inadvertidos y otros, ser vistos por millones…”. Así presentaba el tema de las tribus urbanas el diario La Nación en una nota titulada “Tribus urbanas, lugares de pertenencia”. ¿Pero realmente hay alguno que busque pasar inadvertido? Vivimos una época en que predomina la inmediatez y el estar siempre conectados. Facebook, messenger, fotolog, blogs son herramientas que, a través de Internet, permiten ser vistos por millones de personas. Mirar y ser mirados parece ser una clave de esta era.
En la web se multiplican los sitios que permiten publicar fotos, mensajes, avisos… Encontramos tribus urbanas como los “emos” que se visten de negro y con flequillos que tapan un ojo, supuestamente para “no ver”. Pero a la vez atraen las miradas de los otros, porque son cautivantes con sus atuendos y con esta idea de “ver y no ver”.
Si bien son los adolescentes quienes, en su mayoría, adoptan esta nueva manera de pertenecer; no son sólo ellos quienes entran en el juego del “mirar” y “ser mirados”. Y los comentarios se multiplican: “La juventud está perdida”, “están todos locos”, son sólo algunas frases que muestran la incomprensión del mundo adulto, que le cuesta concebir que cada generación necesita hacer un corte con la cultura previa para poder desarrollarse y crecer, con las modas y la tecnología del momento. Así, las nuevas tribus urbanas son mostradas mediáticamente como marginales o bichos raros. El mundo adulto no los comprende y los trata de inadaptados, entrando en una amnesia de su propia adolescencia; como si ellos mismos, los adultos, no hubieran pasado por procesos similares en su propia juventud.
Los adolescentes buscan grupos de pares y lugares de pertenencia. Necesitan pertenecer. Es el momento en el cual comienzan a separarse de sus familias de origen y a buscar “algo” fuera de ellos.
El adolescente encuentra un lugar entre sus amigos y compañeros, con quienes comparte actividades, pensamientos, modos y modas. Formar parte de una tribu da un sentimiento de pertenencia, de no quedar afuera, de ser igual. Los adolescentes se identifican entre sí, con sus pares y, por lo general, suelen crear un líder con quien identificarse, a quien seguir…
De rotas cadenas
El médico psicoanalista Mauricio Knobel -en su libro La adolescencia Normal- explica: “Las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición a las figuras parentales y una mera activa de determinar la identidad distinta de la del medio familiar”. "Mi papá no me entendía. Decía que era gay, que andaba en la macumba”, cuenta un adolescente de 18 años. "Desde entonces vivo vestido así, yo soy así. A la gente no le gusta. Nosotros nos vestimos como los personajes de sus peores pesadillas, pero tenemos la valentía de mostrar esa cara de la sociedad". Esta cita describe justamente la oposición a las figuras parentales y a la sociedad adulta.
¿Por qué no pertenecen todos los adolescentes a la misma tribu? Más allá de que existan diferentes gustos personales, nivel socio-económico y educativo; el sentimiento de pertenencia suele acompañarse de su opuesto: el de diferenciarse. A la vez que los adolescentes necesitan unirse a un grupo para sentir que pertenecen, precisan diferenciarse del resto. Esto va modelando su persona, sus gustos, sus preferencias.
Knobel explica que éste es el período de la vida en el cual el individuo “…sufre un fracaso de personificación, producto de la necesidad de dejar rápidamente los atributos infantiles y asumir una cantidad de obligaciones y responsabilidades para las cuales aún no está preparado. Recurre al grupo como un refuerzo para su identidad”. A su vez, el mostrarse, ser visto por el otro y mirar también sería una forma de reforzar su yo.
¿Cuándo esto se transforma en un problema? Cuando aparece la violencia y la no tolerancia al diferente. Aunque la mayoría no sean violentos, se asocia a las tribus urbanas con dicha tendencia. El hecho de encontrase en un sitio determinado para pelear escapa a la adolescencia “normal” y excede los fenómenos de las tribus urbanas, que son una minoría dentro del universo adolescente.
La pregunta que queda, para finalizar, es cuántos de estos Emos, Floggers y Cumbieros seguirán siéndolo a sus 35 años. ¿Desaparecerán o quedaran anacrónicos como los punks y lo hippies de otras épocas?.

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